Los últimos días ha habido tormentas en el cielo de mi ciudad
y he salido con mi mami a dar cortos paseos por el patio, bien resguardaditas del frío y la lluvia. Habitualmente me tomo mi tiempo porque no acabo de aceptar el tener que hacer mis necesidades al aire libre y me cuido mucho de que nadie me vea el pompis pero, con este mal tiempo, no he tenido remilgos en hacer pis de inmediato para volver pronto a casa, a refugiarme en mi mantita.
Ya os conté que no me gusta pasear cuando hace frío y me hago la dormida y remoloneo cuando veo que preparan mis cosas para ir a dar una vuelta.
Pero ahora que llevaba unos días sin pasear por la playa, echaba de menos corretear por la arena.
Le he pedido a mi madre ir un poquito a las rocas de la escollera y pese a que me ha advertido de que estaría resbaladiza y revuelta, ha accedido.

¡Virgen Santa! Cuando hemos llegado al paseo marítimo ya se me llenaban las patitas de arena y piedras; pero no de arena fina y suave como la de siempre sino de arena sucia de algas y que me molestaba como si fuesen trocitos de vidrio. No me ha gustado, así que he pedido a mi mami que me cogiese en brazos y el resto del paseo lo he hecho cobijada en su pecho, al abrigo de su chaqueta, desde donde he contemplado cómodamente un horizonte que he encontrado extraño y apagado.
He pedido a mi mami que me prestase sus gafas de sol (aunque me quedan grandes) porque, cuando he visto nuestra playa me han entrado ganas de llorar y no quería que nadie me viese porque siempre que lloro o me río hay alguien que acaba diciendo: “Mira, una perrita que llora!!” “Mira, una perrita que ríe!!!”
Nuestra playa estaba totalmente “patas arriba” (es la manera que tienen mis hermanos de decir que algo está desordenado aunque, la verdad sea dicha, no acabo de entender muy bien esta expresión porque, ni su habitación ni el mar tienen patas. Pero bueno, yo os la explico para que entendáis que lo que quiero decir es que mi playa estaba muy desordenada)
Me ha dado mucha pena verla tan destrozada pero mi mami me ha explicado que es normal que haya tormentas y que la culpa de este desorden no siempre es del mar sino de nosotros que, a veces, invadimos su terreno. Ahora estoy más contenta porque también me ha dicho que pronto limpiarán todo y dejarán la playa igual de bonita que estaba. Y yo creo a mi mamá porque ella nunca miente.

Después hemos vuelto a casa. Hoy ha venido a pasar el día mi prima Chiqui que está a dieta porque el veterinario le ha dicho que estaba demasiado rechoncha. Como está tan mimada, para tenerla contenta, le han comprado un jersey amarillo con el que ella se encuentra muy guapa. Como ya sabéis que es muy “moñas” (esto también me lo han enseñado mis hermanos) casi no pisa el suelo para no mancharse. Por eso no ha querido venir a pasear.
Pero yo llevo las patitas llenas de arena y cuando llegue a casa, le daré un abrazo fuerte encima de su jersey amarillo y estoy segura de que saldrá despavorida en busca de mi tia Paquita para lloriquear porque la he manchado…
Ladribesos. BOLITA