Vayamos a votar!

Aunque mis hermanos  me llaman metijaca e intentan callarme, me gusta participar en todas las conversaciones familiares. De nada sirve que me consideren demasiado pequeña para según qué debates y  que cuchicheen cuando me alejo, porque tengo las orejas como dos abanicos y recojo muy bien los sonidos en la distancia.

En Abril anduve unos días enfurruñada porque todos fueron a votar menos yo. Menos mal que mi madre tuvo la gran idea de preparar una segunda votación en casa; puso urnas de cartón en el salón y pasamos todos por ellas, identificándonos claramente antes de depositar nuestra papeleta. Alguno de mis hermanos dijo que aquello parecía el referéndum de Puigdemont, pero mi madre le llamó al orden y le sugirió votar con seriedad.

Los resultados me devolvieron la alegría porque triunfé y salí presidenta de mi casa. Pero dimití a las dos semanas porque mi hermano mayor no paraba de pincharme y amenazar con hacerme una moción de censura (no sé lo que es porque pensaba preguntarle a mi mami pero se me olvidó)

Ahora que estaba yo tan tranquilita, todo el mundo vuelve a hablar de elecciones y votaciones y -aunque parezca mentira y pese a alguna reticencia- todos en casa han decidido cumplir con este ritual de la democracia.

Pero yo no digo ni guau porque ya no quiero ir a votar. Los días que estuve de presidenta de mi familia no fueron mejores que otro cualquiera; si acaso peores, por lo de las guasas y presiones de mis hermanos. Pero, sobre todo, no quiero ir porque esas orejas que parecen abanicos abiertos, me permiten enterarme de todo y no me gusta nada lo que he ido escuchando estos últimos meses.

Esa que se asoma a la ventana es Noria, una perrita de agua simpática como ella sola. Su mamá se llama Paqui. Dice que no sabe si votará…pero no puede!!

Tengo fijadas en la memoria las voces de todos los políticos, eludiendo sus responsabilidades y echando a los demás la culpa de lo que no les gusta; me asombra que sean tantos y tan mayores y no sepan encontrar puntos de acuerdo; me duele que mi familia y tanta otra gente, les haya dado toda su confianza y que hayan pasado tantos meses sin hacer nada con ella.

Si yo fuese su maestra creo que les castigaría a todos y les haría escribir 70 veces que no hay que pelearse con nadie y que hay que unirse para que los proyectos salgan adelante.

Esta es Lola, la niña mimada de Elena, su mami. Todos los días va a jugar a la playa

Aunque hay amigos de la familia que despotrican y dicen palabrotas cuando hablan de este tema (estas orejas mías no  pierden comba!) mi mami dice que, hagan lo que hagan los políticos, para exigirles que trabajen bien hay que ir a votar porque esa es la voz de la democracia. Pero esta vez, aunque toda mi familia acuda a las urnas, no me enfurruñaré por no poder votar ni le pediré  a mi madre referendum familiar. Esta vez prefiero jugar con mi prima Chiqui – que no es que sea santa de mi devoción – a acompañarles a ver como vuelven a prestar su confianza a personas que no sé si van a entender la importancia que eso tiene…

Lo malo es que mi prima Chiqui terminará aburriéndome y acabaré pidiendo a mi madre que organice otra votación en casa…pero esta vez no pienso presentarme a presidenta!!!

Ladridos cariñosos

BOLITA

P.D. Os dejo unas fotos de un par de amigas que se están pensando si votan y se presentan (en sus casas) o no

Perrapalabra y el mundo del revés

Me aburro un poco. Voy a escribir un rato…

Cuando comencé este blog, una de las primeras cosas que hice fue pensar en el nombre que le pondría. Mi madre me dijo que cavilase, pidiese ayuda, fuese anotando y finalmente, eligiese el que más me gustase.

Me he divertido mucho buscando ideas. Las ha habido de todos los colores, tonos y tamaños (un día de estos igual os pongo la lista) pero acabé optando por hacer una última encuesta entre la que he elegido finalmente (ladridos del alma) y otras tres: “alma de perra”, “perrapalabra” (era mi favorita) y ”palabra de perra”

Soy una perrita de raza pequeña y me encanta jugar con la pelota amarilla

¿Sabéis? Confieso que me he sorprendido mucho al preguntar a mis amigos y amigas y comprobar que mayoritariamente rechazaban las dos últimas alternativas no escogidas porque “podían crear confusión” y “sonaban un poco fuerte” No hace falta que os explique  a qué se refieren con estos comentarios.

Parece que la palabra PERRA hay que maquillarla para que determinados oídos no se sientan agredidos. No sé dónde se encuentra el origen de que este vocablo se haya convertido en un insulto a las mujeres pero reivindico el derecho a rechazar esa soberana estupidez. También me parece absurdo que sea un insulto el llamar perro a los hombres gandules; eso no es más que una muestra de desconocimiento, ya que la mayoría de los de mi especie no son desidiosos (alguna excepción hay, que bien lo sabemos los que conocemos a mi primo Escubi) En realidad cualquier intento de insulto es un signo de estupidez pero, si a eso se suman connotaciones machistas, es un síntoma inequívoco de falta de lóbulo frontal.

Además, conforme corren los tiempos… ¿alguien puede sostener que un ser humano sea insultado si se le llama perro, burro, gato o lo que sea? A veces, estaría muy bien que se pareciesen a ellos. Perdón, a nosotros !!! No puedo evitar estar tan humanizada, aún siendo conocedora de que algunos animalitos también empiezan a ofenderse cuando les dicen que se parecen a los humanos. El mundo del revés…

Durante mucho tiempo he creído que era una persona pero ahora sé que SOY UNA PERRA y estoy muy orgullosa de serlo. No soy gandula, no soy promiscua (de hecho, no conozco varón) pero… y qué si lo fuese?

Soy defensora del ser humano y de los reinos animal, vegetal y mineral; me declaro solidaria, progresista y feminista y jamás aceptaré que se use mi nombre (ni mi especie) en vano, ni para insultar a ningún hombre o mujer.

Y quiero seguir en este foro ladrando con el alma para que el mundo deje de estar boca abajo y quepamos todos en él. Es palabra de perra…mi perrapalabra.

Voy a seguir jugando con mi pelota amarilla. ¿Me acompañáis?

Un ladrido del alma

BOLITA