Un Paseo Otoñal

Llevo un tiempo desidiosa. Mi madre me anima a escribir pero no encuentro el momento. Hay demasiado silencio estos días.

La gente ha abandonado la playa, ha vuelto a sus casas tras el verano y aunque siempre me quejo del ruido de los niños y de que no puedo bajar al patio cuando están ellos porque se meten conmigo e intentan manosearme, ahora los extraño. Echo de menos sus balonazos en mi ventana, sus gritos, sus risas y hasta su enfermiza obsesión colectiva por achucharme y cogerme. De alguna manera, me aburre su ausencia. Los ratitos que pueden, mis hermanos juegan al futbol conmigo pero siempre acaban dándome algún balonazo excesivo que me obliga a refugiarme en los brazos de mi mamá.

Jugando en la playa desierta
Jugando en la zona más resguardada de la playa desierta. Busco la pelota que me ha lanzado mi hermano, pero no la veo…


Hoy he salido a pasear; el cielo estaba violeta oscuro -pese a ser temprano- y hacía un viento increíble, como los que hace en la peliculas de piratas cuando hay tormenta en el mar. El viento soplaba con tanta fuerza que se me han dado la vuelta las orejas.

Mi hermano ha empezado a reirse y a decir que parecía una fallera (“Bolita la fallera, Bolita la fallera!” repetía muerto de risa) A punto ha estado de fastidiarme el paseo. Menos mal que nos hemos cruzado con un perrito de pelo largo que parecía una estrella de mar, de tan levantados que llevaba los pelos; eso ha hecho que la atención de mi hermano se desviase hacia “la estrella de mar” y me ha hecho reír.

Mi madre también parecía el sol naciente, con todos los pelos alborotados mientras vigilaba que corretease un poquito por la arena. No me vigilaba a mí sino que no viniesen esos policías que entran en la playa con zapatos, para echar perritos. Mi madre ha reñido un poco a mi hermano porque ha gritado “policía, que viene la policía” y yo he salido disparada, que se me salía el corazón por la boca, he tropezado y se me han llenado los ojos y el hocico de arena. Me he enfadado un poco y no le he dirigido ni un ladrido durante un rato pero, como me aburría sin jugar con él, he cedido a sus socarronas peticiones de perdón y hemos vuelto a la acción.
De regreso a casa se me han vuelto las orejas otra vez pero, antes de que se diese cuenta mi hermano y se burlase, mi mami me las ha arreglado.


Hoy hasta las palmeras andaban despeinadas y bamboleantes. Pasó el verano y ha sido nuestro primer paseo de otoño. Estoy contenta.


Ladridos cariñosos, de esos de hoja de otoño, ocre y tibia
BOLITA

Autor: Bolita

Hembra, feminista, solidaria, conciliadora, progresista y algo celosa. Opinadora de todo, incluso de mí

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